
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIAPAS
ESCUELA DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS
ISTMO COSTA CAMPUS IX TONALÁ.
La relevancia del contexto en el análisis
organizacional: Tradición y modernidad en una empresa familiar en Chiapas.
El
objetivo central de este trabajo es el de mostrar la utilidad, y complejidad. Para ello realizamos una
reflexión teórica amplia que nos permita un primer acercamiento a una empresa
familiar ubicada en el Estado de Chiapas; ésta es estudiada utilizando la
metodología cualitativa, principalmente entrevistas a profundidad y observación
de campo. La principal conclusión reside en la capacidad que posee el contexto
para proporcionar sentido a la acción de los actores sin constituir éste un
dispositivo determinista que impida la autonomía del actor y la expresión de
las particularidades propias de toda trayectoria individual.
El contexto constituye
un elemento esencial para entender la acción social. En el ámbito del estudio
de las organizaciones éste incorpora tanto elementos de sentido –historia y
cultura-, como de racionalidad –decisiones- y subjetivos –emociones- que
inciden en la manera de interpretar experiencias personales y elaborar
expectativas de vida futuras. El contexto incorpora aspectos del entorno, en
tanto referencias más inmediatas y perceptibles del individuo, pero no debe
confundirse con él. El contexto constituye un poderoso instrumento para
encuadrar la acción organizacional sin reducirla a un simple reflejo,
trastocando, empero, su capacidad de acción estratégica. Implica, por su
complejidad, un abordaje de tipo multidisciplinario., por lo que introduciremos
en un primer momento una discusión sobre el concepto de contexto, incluido el
entorno.
En el segundo apartado retomaremos algunos rasgos sobresalientes de la
sociedad tradicional y sus necesarios entrecruces con la modernidad.
Consideramos que tanto cada uno de ellos, como su necesaria interacción,
proporcionan un marco contextual general en el cual encuadrar el análisis de la
dinámica de la organización. A continuación haremos una reflexión sobre la
relevancia del contexto para el estudio de caso y sus limitaciones en el
proceso de generalización. Señalaremos brevemente también algunas de las
herramientas utilizadas en el trabajo de campo. Posteriormente, llevaremos a
cabo una semblanza de la región estudiada donde se localiza la organización con
el fin de destacar algunos aspectos del entorno. En el quinto apartado
presentamos los principales resultados del estudio de campo en una empresa
familiar en el Estado de Chiapas. Por último, presentamos, a modo de reflexión
final, algunas conclusiones.
El contexto es un concepto
muy utilizado en diversos ámbitos de las ciencias sociales; se le concibe
generalmente como un marco general que permite reconocer el sentido de la
acción. Sin embargo, cuando se le utiliza en el terreno del estudio de las
organizaciones su uso resulta ambiguo al confundirse inmediatamente con algunos
otros conceptos adyacentes tales como el de entorno o ambiente.
Así, el estudio de las
organizaciones ha asumido como uno de sus dispositivos analíticos centrales el
examen atento de su mundo circundante. Si bien desde la década de los cincuenta
del siglo pasado se empieza a conformar esta perspectiva, no es sino hasta los
setentas que se impone, y permanece hasta nuestros días como una consideración
teórico-metodológica sine qua non. Varios investigadores han
propugnado que la estructura de la organización se encuentra determinada por
aspectos contingentes, tales como el tamaño, la tecnología, o incluso la
historia, destacándose autores tales como Woodward (1965), Heydebrand (1973),
Pugh et al (1968) y, más recientemente, Donaldson (1987). Una corriente cercana
a dichos esfuerzos está representada por autores tales como Emery y Triest
(1965) y Lawrence y Lorsch (1967) quienes acentuaron, desde una perspectiva
sistémica, el carácter pretendidamente determinista de las variables del
entorno sobre el funcionamiento de las organizaciones.
De acuerdo con Scott,
la teoría de sistemas permitió renovar las disciplinas universitarias, en
especial en el terreno del análisis organizacional:
"(...) en ninguna
parte tuvo un impacto tan importante como en los estudios organizacionales.
Anteriormente a los presupuestos de los sistemas abiertos, los investigadores
de la organización se habían concentrado en los actores (trabajadores, grupos,
directivos) y procesos (motivación, cohesión, control). Poca atención era
acordada al entorno en el cual las organizaciones operaban. Si observamos
cuidadosamente, el entorno era frecuentemente caracterizado como una fuente de
problemas." (Scott: 2004: 5).
Emery y Trist son dos
autores ampliamente reconocidos por sus aportes en el estudio del entorno.
Ellos retoman los principales resultados de la teoría de la contingencia que,
desde un punto de vista estructuralista, asignaba una alta importancia a
variables –o factores- que se encontraban fuera del ámbito de control de la
organización y que tenían un peso decisivo en las estructuras que debían asumir
las organizaciones para lograr niveles adecuados de desempeño, desvalorizando
con ello la capacidad del individuo para elaborar opciones estratégicas. Estos
autores interpretaron dichos planteamientos a la luz de la teoría general de
sistemas, de corte biológico, que había propuesto Bertalanffy (1976). Esta, a
su vez, se encontraba fuertemente tamizada por la interpretación del darwinismo
social, es decir, que sólo las organizaciones que se adaptaran a los cambios
del entorno serían las que lograrían sobrevivir. En esta red de
reinterpretaciones, el contexto fue confundido frecuentemente con el entorno
organizacional. De esta manera, Emery y Triest apuntarán que: "El
principal problema del estudio del cambio organizacional es que los contextos
en los que las organizaciones existen están también cambiando, a una velocidad
y hacia una complejidad crecientes." (1965: 21).
Si bien no podemos
soslayar la relevancia de dichas aportaciones, en el sentido de estudiar
simultáneamente organización y entorno, resulta preciso señalar, por otro lado,
así sea sucintamente, algunas de sus principales críticas. De entre ellas sería
importante destacar la visión en ocasiones extremadamente determinista del
entorno sobre la dinámica organizacional, que desdibuja las capacidades
estratégicas del actor, entendidas no sólo como meros artefactos racionales
sino también como recursos sociales y culturales que orientan el sentido y
propician, por lo tanto, la acción. Los sistemas –en este caso, las
organizaciones- pierden todo nivel de autonomía e incrementan su dependencia
con respecto a otros sistemas circundantes, convirtiéndose más bien en una
extensión del entorno, es decir, de otros actores sociales.
Esta
perspectiva teórica, conocida también como enfoque de sistemas, conoció un gran
auge que hasta la fecha domina ampliamente el pensamiento organizacional. Por
otro lado, el esquema analítico del entorno propuesto por Emery y Triest no
considera el mundo de la tradición por lo que la colaboración, entendida como
proyecto comunitario, sea social o familiar, simplemente no tiene cabida en
dicho esquema. Es por ello, que nosotros ampliaremos dicha perspectiva
analítica para considerar la tradición y su relación con la modernidad.
Por otro lado, el
desarrollo de planteamientos teóricos que reintroducían al actor en el sistema
social (Giddens: 1995; Touraine: 1984) o en la organización (Crozier y
Friedberg: 1977) y que lo hacían copartícipe de su propia realidad social
(Berger y Luckman: 1991), aunado al reconocimiento de que la cultura no sólo no
era un ámbito excluido de la modernidad sino uno de sus motores principales
(Montaño: 2003; d'Iribarne: 2003; Smirchich: 1983), permitieron, sin restarle
importancia al entorno, enriquecerlo con la incorporación de la vida funcional
y simbólica de los actores. Otros temas, frecuentemente adjudicados a los
planteamientos postmodernos, han permitido incorporar en el estudio de las
organizaciones, aspectos tales como el género (Calas y Smirchich: 2006) y más
recientemente, la postcolonialidad (Montaño: 2009).
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